Pionero en la tarea de abrir caminos en un terreno que durante muchos, demasiados años se mantuvo rígidamente estructurado, el cine documental francés sigue dando cuenta de una vitalidad y de una voluntad -casi una necesidad- de experimentación que va mucho más allá de los nombres consagrados. Este foco se lanza a descubrir un puñado de films que buscan renovar la escritura del documental y permiten vislumbrar nuevas posibilidades.
En este foco el montaje de metraje anónimo de Polvo de América (Arnaud des Pallières) -que con un material esencialmente heterogéneo busca no tanto un orden como una poética- contrasta con esa suerte de diario íntimo y vital sobre la aceptación de la muerte que es La vida está en otra parte (Elsa Quinette).
La selección está integrada también por El gran cortejo (de Arnaud des Pallières), que aborda unas amables procesiones: las de un grupo de ancianos por la campiña francesa, en el que quizás sea su viaje definitivo. Y finalmente Entrada de personal (de Manuela Frésil) sigue apostando a un documental político, pero que no se conforma con el mero registro de la realidad.
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