Por Silvina Rival (Subjetiva.com)
La séptima edición del DocBsAs, que se desarrolló entre el 16 y el 27 de octubre en la Lugones y la Alianza Francesa, reunió algunas de las mejores producciones documentales de la actualidad.
Para los amantes del cine un festival siempre es recibido como una suerte de celebración ante la posibilidad de confrontarnos con material que, de otra manera, nos resultaría inaccesible. Por suerte la aparición de estas muestras, que generalmente sobrepasan la mera exhibición de films -ya que suelen venir de la mano de seminarios, mesas redondas además de la posibilidad de entablar un diálogo con los realizadores-, han ido confirmando su continuidad a lo largo de los últimos diez años. Sin duda, parte de esta aparición se deba a un cambio de perspectiva respecto de las industrias culturales; recordemos la aparición del Bafici, Festival Internacional de Derechos Humanos (hoy ya sin permanencia), Marfici, Pantalla Pinamar, Diversa, etc. Pero más allá de las causas que motivan su existencia, la realidad es que aquí están estos festivales a la espera de un fructífero encuentro con un público deseoso de ser saciado. DocBsAs forma parte de esta emergencia -y permanencia, ya que es su séptima edición- por ver un cine a contrapelo del circuito de exhibición comercial, pero con un agregado que, a mi entender, lo ubica como una muestra privilegiada. DocBsAs, además de ser un espacio de exhibición de films, es una muestra que se compromete con la promoción de la producción documental. De esta manera, se realiza en forma simultánea un foro latinoamericano de cine documental con el objetivo de recibir proyectos de diversas nacionalidades con la promesa de ser emprendimientos cuya realización es viable. Por ello, de los ochenta proyectos presentados, fueron seleccionados catorce, los cuales compiten por diversos premios -la mayoría de ellos trata de dinero en efectivo-, que las instituciones que apoyan la muestra, otorgan (INCAA, Arte France, Jan Vrijman Fund, Escuela Documental Observatorio de Cine, Kodak-Cinecolor, entre otras).
Pero hay otro motivo que permite pensar a DocBsAs como una muestra privilegiada. Su tema es el documental, un género que siempre ha funcionado como un espacio de resistencia frente a la vorágine ficcional. Un modo de representación que permanentemente ha ido socavando su misma constitución en tanto “género”, abriendo así una reflexión respecto de su estatuto, su “diferencia” (en relación a las narrativas de ficción) y, fundamentalmente, alentando a una cavilación respecto del estado del mundo. Porque más allá de todas las divergencias que podemos encontrar entre un documental y otro, hay una pasión que los hermana y es su amor por el referente. Ese algo que se encuentra allí y que indefectiblemente la cámara intentará convertir en imagen.
Pero también hay que señalar que el documental ha puesto en crisis, en los últimos años, a su objeto. De allí seguramente la circulación de lo que la crítica local dio en llamar “documental subjetivo” en referencia a cierta producción que hace un tiempo está en vigencia (Los rubios, Papá Iván, La Televisión y yo, M, Fotografías son algunos ejemplos). Ahora bien, la posibilidad de confrontarnos con material de otras nacionalidades nos da en principio la posibilidad de leer esta producción local desde una perspectiva más amplia y como síntoma de otros cambios que el documental pone de relieve. Y esta es una de las cuestiones que algunos documentales de DocBsAs van a plantear. ¿Cuál es el objeto del documental? ¿Qué aspecto del mundo le interesa registrar? Y eventualmente ¿qué forma parte de la “realidad” y qué está excluido de ella? Evidentemente una de las cuestiones que estos documentales propugnan es que las reflexiones y dubitaciones de quien tiene a su cargo las imágenes, forman parte de ese registro e incluso de esa realidad que está ahí en vías de ser comunicada, pero también interpretada por alguien. Por ello emerge un rasgo, en el material que DocBsAs ha seleccionado, y es que la realidad no solo está compuesta por objetos ajenos a mi sino que el imaginario, las ideas, la manera en que conceptualizamos nuestra identidad por ejemplo, son parte de lo real, y por tanto, dignos de ser registrados por un documental.
Tal vez uno de los realizadores más prominentes que conforman esta muestra, y que mejor ejemplifican lo dicho, sea Harmut Bitomsky, cineasta alemán del cual se presenta una retrospectiva. En El cine y la muerte (1988) es donde mejor se pone en crisis cuál es o debería ser el tema de un documental. ¿Hay algo más paradójico que un documental sobre la ficción? Bitomsky, a través de diversas ficciones que produjo la historia del cine, analiza la forma de representación de la muerte y, así, transforma ese fantasma (la muerte) que está presente en el imaginario, en algo digno de ser documentalizado. El cine y el viento y la fotografía (1991), plantea cierta continuidad de reflexión, puesto que sigue indagando sobre la cuestión de la representación. Estableciendo encuentros y divergencias entre las imágenes (cine, video, fotografía) el film explora la condición misma del documental permitiéndole esbozar al cineasta de qué manera asume al cine. Algo similar sucede con Imágenes de Alemania (1983) en donde el archivo mismo se convierte en el objeto de búsqueda. A Bitomsky no le interesa aquello que está detrás de las imágenes de archivo, no es la Nación sino la imagen que de ella construyen las imágenes, como bien señala el título del film, lo que indaga. De igual manera, en La UFA (1982) la mirada está puesta en los vínculos que un Estado (nazi) entabla con las imágenes que colaboran en su constitución (las que crean los estudios UFA). Y otras de las cuestiones que Bitomsky logra ejemplarmente es la construcción de un discurso que trascienda la mera observación o la mera enumeración de sucesos sociopolíticos. Es decir, hacer hablar a los objetos de otra manera para develar otro perfil sobre lo familiar. Esto sucede tanto en Autopistas del Reich (1986), El complejo Volkswagen (1989) e incluso en B-52 (2001). ¿Qué más puede filmar Bitomsky, cuál es el límite del documental? Con Polvo (2007) su último film presentado en el Festival de Venecia, el cineasta da cuenta de que ese límite se ha corrido para el documental puesto que como él mismo señala “el polvo es el sujeto más pequeño sobre el cual pueda tratar un film”. (...)
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